Argentina subcampeón del mundo: una luz de esperanza
Hace unos minutos que se terminó el 13 de julio de 2014. El día programado para la final del Mundial de Brasil.
Después de 24 años, la selección argentina no sólo accedió a las semifinales, sino que se dio el gran gusto de disputar el último partido. La gran final. El decisivo.
Analizar con frialdad lo sucedido en el mítico Maracaná de Rio de Janeiro sería hasta irrespetuoso, pero lo intentaremos.
No soy de los que buscan culpables en las derrotas. No creo que el claro penal no sancionado por el árbitro italiano Nicola Rizzoli por el topetazo del arquero germano Manuel Neuer a Gonzalo Higuaín haya sido la razón de la derrota albiceleste. Más allá de ese error, en un Mundial plagado de fallas arbitrales, tuvimos situaciones claras de concretar. algo impensado en la previa frente a un equipo alemán compacto e inteligente.
Los germanos exhibieron sus falencias y el equipo argentino no las pudo aprovechar. Acá gana el que hace goles y los que no hacés en el arco contrario los sufrís en el propio. Más viejo que la escarapela.
En un partido trabado y parejo, con una Alemania con dominio del balón y una Argentina punzante pero carente de eficacia frente al arco germano, la diferencia pasó por el resto físico. Fue así como en el suplementario pesaron los 120 minutos y penales del partido contra Holanda, y el día menos de descanso frente a un rival que a los 28 minutos de su semifinal ya ganaba 5 a 0 frente a Brasil y manejó a su antojo el desgaste. Parece una excusa, pero no lo es.
Como resulta ridículo hablar de «qué hubiera pasado si…» o de justificar «por qué pasó lo que pasó», es mejor mirar hacia el futuro.
La base que sembró este plantel argentino en Brasil 2014 debe mantenerse. Sobre esta estructura de jugadores y de criterio debe construirse lo que viene.
La selección albiceleste llegó al Mundial con los 4 fantásticos y con una desconcertante última línea (incluída la peligrosa inactividad de su arquero Sergio Romero), y se despide con una defensa sólida, un Chiquito gigante bajo los tres palos y con un poderío ofensivo por debajo de su nivel. Sean cuales fueren los motivos, ni Sergio Agüero, ni Gonzalo Higuaín estuvieron a la altura, y un fundido Angel Di María llegó físicamente hasta donde pudo. Incluso Lionel Messi terminó desdibujándose, yendo de mayor a menor en su rendimiento con el correr de los partidos. Pero algo es importante: llegamos con el valor de las individualidades y nos vamos con UN EQUIPO.
Lo concreto es que siga Alejandro Sabella o no al frente del equipo, la Argentina recuperó en Brasil 2014 su IDENTIDAD, su lugar en el mundo. Y eso es algo que no cambiará el resultado final. El 0-1 que te deja sin la copa pero con una valiosa medalla de plata. Y encima, realzan las gestas de 1978 y 1986, confirmando lo difícil que es ganar un Mundial.
De ahora en adelante, todos los integrantes de este plantel y cuerpo técnico podrán decir: mucho gusto, yo soy subcampeón del mundo y sentirse orgulloso de eso, porque dejaron todo por dar ese último paso y la suerte, la puntería y el rival, en este caso Alemania, dijeron que no. Que no era el momento indicado. Que otra vez será, pero que por este camino se va bien. Que hay más chances de salir campeón llegando a la final que yéndose eliminado en primera rueda, octavos, cuartos o semis.
No es casual que los germanos sean los campeones. Como ellos mismo dijeron, se prepararon para esto en 2006. El 8 de julio de ese año disputaron el partido por el tercer puesto de su Mundial, el que soñaron con ganar. Pudo haber sido el final del ciclo Klinsmann, pero fue el comienzo. Su trabajo fue continuado por su colaborador Joachim Löw, que vio como se escaparon las Eurocopas de 2008 y 2012 y el Mundial 2010. Pero nadie cambió de nombre no de proyecto. Y el 8 de julio de 2014, con el 7 a 1 a Brasil, quedó demostrado que los trabajos a largo plazo SIEMPRE rinden sus frutos. La consagración alemana en Brasil 2014 es una consecuencia naturaldel trabajo, y habrá que hacer todo lo posible por imitar eso.
Se viene la copa América de Chile 2015 y luego los Juegos Olímpicos de Rio de 2016 y las Eliminatorias de Rusia 2018. Todo eso sin descuidar el trabajo en los juveniles, donde hay que recuperar el tiempo perdido desde que se desmembró todo lo realizado por José Pekerman, Hugo Tocalli y Francisco Ferraro. Y encarando el recambio generacional lógico e inevitable con el mayor cuidado posible.
Los propios alemanes aplaudieron a sus vencidos cuando éstos subieron a recibir la medalla de plata en el Maracaná, en un claro reconocimiento a la entrega.
«Dimos todo. Quedamos vacíos. Hasta acá llegamos», declaró el león Javier Mascherano. No quedaron dudas de eso. Si se sigue por este camino, la gloria está ahí nomás.
El fútbol, y la vida, siempre dan revancha.