El peor partido argentino en mundiales de los últimos 40 años
Si tuviéramos que comenzar esta columna enumerando cuáles eran hasta ayer los peores partidos de la selección argentina de los últimos 10 mundiales (40 años), seguramente aparecerían, en orden cronológico, el 0-4 con Holanda en 1974, el 0-1 con Camerún en 1990, el 1-1 con Rumania en ese mismo mundial 90, el 0-2 con Bulgaria en 1994 y el 0-4 con Alemania en 2010.
Sin embargo, el 1-0 a Irán en Brasil 2014 superó todos esos en este listado deprimente.
¿Por qué, si la Argentina ganó? Se preguntará el lector, con un buen fundamento. Porque lo exhibido ayer por el equipo albiceleste trasciende esos tres puntos obtenidos casi de manera milagrosa, gracias a un destello de luz de un Lionel Messi que estuvo apagado durante 90 minutos y se iluminó en el primer minuto de descuento.
Es completamente cierto que la Argentina jugó hasta aquí dos partidos en el Mundial y los ganó ambos. Lo preocupante es lo que se ve en la cancha y no el resultado en sí.
En ambos choques, ante Bosnia (que ayer se despidió del Mundial tras perder con Nigeria) e Irán, Sergio Romero fue fundamental. En el debut clave para evitar el 1 a 1 con un cabezazo demoledor junto al palo izquierdo, y ayer evitando al menos en tres ocasiones claras de gol de los rivales. Tanto se habló del arquero titular argentino y tanto se criticó a Sabella por bancar a Chiquito, que prácticamente no jugó en el pruimer semestre de 2014, que este gran presente suyo es un claro éxito del DT.
¿Qué es lo que se cuestiona o se reclama entonces? Que a diferencia de los partidos contra Holanda en 1974 (muy superior con su Naranja Mecánica), Camerún en 1990 (aún con un planteo ultradefensivo de Bilardo, la derrota fue demasiado castigo), Rumania en 1990 (partido parejo), Bulgaria en 1994 (depresión post doping y exclusión de Maradona) y Alemania en 2014 (desconcertado por el rápido 0-1 y luego claramente superado), la Argentina ante Irán…
No funcionó como equipo.
No creó sociedades.
No supo resolver el planteo del rival (que con toda lógica armó un cerrojo en su defensa)
No tuvo rebeldía para ir a buscar el resultado ante un rival inexperto e inferior en todas sus líneas.
No supo controlar los ataques iraníes, primero tibios y luego cada vez más peligrosos, hasta convertir a Romero en figura.
¿Modifica el golazo indiscutible de Lionel Messi, el mejor futbolista del mundo, la opinión sobre el partido?
No. La preocupación es la misma, porque trasciende al resultado
¿Daba lo mismo empatar que ganar?
De ninguna manera. Con los tres puntos (6 en dos partidos), la Argentina ya está en octavos de final.
¿Puede la Argentina quedarse afuera en octavos de final?
Jugando como ante Irán o Bosnia, si. Tanto Suiza como Francia (hipotéticos rivales de esa rueda) exhibieron armas peligrosas.
¿Puede la Argentina ser campeón del mundo?
Por supuesto. De hecho, ganó sus dos primeros encuentros, cosa que no hicieron ni Brasil ni Alemania, a priori los dos máximos favoritos.
Los llamados de atención resultan fundamentales para mejorar. Para evitar otra eliminación con bochorno como en 2010. Sino, viviríamos en una nube triunfalista constante, que se desintegraría ante el primer cachetazo, como si ninguno hubiera prevenido lo que podría ocurrir.
Lejos está este texto de cuestionar al entrenador Alejandro Sabella, que busca constantemente solucionar las falencias que él ve y reconoce, en pos de mejorar en cada actuación. Aquí la lupa se apoya sobre la actuación de los futbolistas, quienes hasta aquí demostraron estar por debajo de sus capacidades.
En tren de comparaciones, estas dos primeras presentaciones son similares a la pobrísima fase de grupos de Italia 90, curiosamente la última vez que la selección albiceleste disputó los siete partidos en una Copa del Mundo.
Ojalá que la Argentina sea campeón del mundo en Brasil, ¿qué mejor que eso?
Ojalá que Messi se haga cargo de su rol de mejor futbolista del mundo y lo demuestre durante los 90 minutos.
Ojalá que la Pulga encuentre en Gago, Agüero, Di María e Higuaín a sus socios de siempre.
Ojalá que Romero se mantenga en este nivel alto en todos los partidos que falten.
Ojalá que, ahora sí, este haya sido el peor partido de la Argentina en Brasil 2014.