Estudiantes campeón

La verdad, no sé por dónde empezar todo lo que quiero decir sobre la consagración de Estudiantes de La Plata como campeón del fútbol argentino.

Antes que nada, quiero volver a decir lo que ya he declarado allá por mitad de año, y que podrán leer en algún que otro post: yo soy hincha de Boca fanático. Y como no me gusta que me gasten, jamás fui de esos que se divierten gastando al rival. Para mí, los festejos son «Dale campeón» y nunca fue «Es para vos…». Pero además, mi profesión de periodista me ha ayudado para permitirme sacarme la camiseta o poder opinar lo menos subjetivamente posible. Hecha esta importante aclaración, comienzo mi columna.

Aquellos que leen desde hace rato Dame Pelota, sabrán que desde que comenzó el campeonato que elogio la manera de jugar de Estudiantes de La Plata. ¿Será porque me encanta el juego, la técnica, la pegada, la personalidad y la presencia que tiene Juan Sebastián Verón adentro de la cancha? ¿Tal vez porque me pareció muy elogiable que la Brujita deje de lado los millones que podría seguir ganando en Europa para venir a la Argentina y volverse a poner la casaca del club de sus amores? ¿O tal vez porque me dolió tanto que De Tomaso haya echado como a un perro a Diego Simeone del banco de Racing, que eso me hizo desearle mucho éxito en el corto plazo al gran Cholito? Me inclino por las tres opciones, además de que el juego del equipo, a pesar de un comienzo dubitativo, me gustó desde el arranque.

Hoy Estudiantes tenía que ganarle al bicampeón del fútbol argentino. Al equipo más ganador del mundo en este incipiente siglo XXI. Y estuvo a la altura de las circunstancias.

Si bien parecía que Boca lo pasaba por arriba con ese gol tempranero de Palermo, el conjunto de Simeone supo sacar provecho de un error arbitral (a mí entender, no debió echar a Pablo Ledesma en la trifulca con su amigo y tocayo Alvarez), y literalmente, fue torciendo el destino. Primero con ese delicioso tiro libre de Sosa, y después con el terrible Tanque Pavone, que aprovechó una falla del pibe Cahais e hizo delirar a más de media La Plata.

Se lo merece la gente del Pincha. Hacía mucho que no veía a tanta gente llorar de emoción como esta tarde en Liniers. Esta campaña merecía un broche así. 7 a 0 a Gimnasia en el clásico y, de los últimos 13 partidos, 12 ganados y uno empatado. Tremendo e inolvidable.

Me río de sólo poder verle la cara al señor De Tomaso. ¡Qué negoción echar al Cholo y traer a Mostaza! ¡Eso es ser un visionario, eh!. Y ni que hablar del presidente de Gimnasia de La Plata, un tal Muñoz, y todos sus alcahuetes, que pensaron que amenzando a sus propios jugadores y regalándole el partido a Boca, el Pincha se iba a caer. Me pregunto adonde se guardarán la plaqueta que querían entregarle a Gonzalo Choy, autor del agónico 2 a 2 de Argentinos ante Estudiantes, hace dos domingos.

No quiero olvidarme de destacar la profesionalidad de Martín Palermo. Le debe haber dolido muchísimo marcar el 1 a 0. Sin embargo, no sacó la patita y demostró porqué es un animal del área.

También es elogiable la actitud de los hinchas de Boca, quienes aplaudieron de pie al campeón. Un gesto enorme de fanáticos que están acostumbrados a ganar todo en los últimos años. Debería verse más seguido este tipo de actitudes.

Y no quiero olvidarme de los pocos hinchas de Estudiantes que conozco.
Un abrazo a la distancia al abogado Lisandro Aronin, amigo de la secundaria que me llevó a La Plata a ver un Estudiantes-Vélez en un micro de la filial hace como 15 años. Recuerdo que terminaron 1 a 1 y que Trotta colgó una pelota de los árboles que están atrás de la platea descubierta.
Un saludo desde aquí para su padre, el periodista Edgardo «Chato» Aronín, que también debe estar celebrando por ahí.
Y por último (y sólo por una cuestión alfabética), otro fuerte abrazo a Diego Zandrino, que debe estar queriéndose hacer un harakiri porque, después de esperar este momento durante 23 años, su trabajo en el portal de la FIFA lo obligó a viajar a Japón a cubrir el Mundial de Clubes.
Los tres me demostraron, con su tremendamente hinchapelota manera de alentar a su equipo, lo que significa ser un fanático.

Como hincha me duele la derrota de Boca. Si bien sabía que en algún momento se iba a terminar esta racha de ganar todo lo que se jugaba, jamás esperé que se daría de esta manera tan inexplicable, y justo en el torneo que parecía que se ganaba con más comodidad.
Muy curioso todo. Boca perdió en este Apertura la chance de lograr tres records. Primero se quedó en la puerta de la marca de partidos seguidos ganados (12 contra los 13 del San Lorenzo 2001 de Pellegrini), después arañó el record de puntos (también de aquel equipazo del Ciclón) que era de 47 (se quedó en 44) y por último, volvió a quedarse con las ganas del tricampeonato (algo que también le pasó a Carlos Bianchi, cuando no pudo lograr el Apertura `99).

Pero estábamos hablando del Pincha, así que terminé con él.
Fue muy emocionante lo que hizo el Pincha hoy. Fue muy lindo ver a toda esa gente llorando de felicidad, luego de 23 años de sequía. Y para las lágrimas cuando todo el estadio cantó «Olé olé olé olé, Rusoooooooo Rusoooooo», recordando al querido Edgardo Prátola.

Mucho más que huevos tiene este equipo señores. Y hay que aplaudirlo de pie.

¡Salud campeón!

Les agrego el video con los goles y la consagración del Pincha, para los que viven en el exterior. Gracias a la gente de Fútbol Extremo.

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