Después del cachetazo, el análisis
Si no se escribieron unas líneas antes fue porque se consideró que era necesario dejar pasar unas horas antes de hacer un análisis más en frío de lo sucedido.
La contundente goleada alemana estaba dentro de los planes. Los germanos demostraron ser, y ayer más que nunca, un equipo contundente, agresivo, lógico, bien parado y letal. Pero por sobre todas las cosas, demostró ser un equipo en todo su concepto.
“El análisis lógico indica que Alemania tiene todo dado para seguir. Su equipo está mejor conformado en su conjunto, además de que históricamente los germanos son coperos”, se dijo en este espacio el viernes a la mañana, un día antes del partido.
“Las chances argentina radican en aprovechar al máximo las debilidades defensivas que pueda proporcionar el fondo alemán, aunque pensar que no corregirán las visibles fallas que exhibieron ante Inglaterra sería un error”, se agregó.
Lamentablemente para la selección argentina, ocurrió exactamente eso. Y ni siquiera acompañó la suerte, esa que se deseaba que siguiera del lado albiceleste.
No hay dudas de que el tempranero gol de Müller cambió todos los planes argentinos, y que justo cuando iba a ingresar Pastore llegó el 2 a 0 que terminó de sepultar las ilusiones del empate.
El 0-4 termina siendo anecdótico y ya forma parte del pasado, pero obliga a analizar qué se hizo bien y qué se hizo mal.
En este espacio, siempre se cuestionó aquello de encontrarle una cara a la derrota. No séra la excepción esta vez. No encontrarán en estas líneas un nombre y un apellido que cargue con el peso de esta nueva frustración.
En el aspecto a destacar, si de los últimos diez partidos mundialistas sólo se perdió el de ayer, evidentemente algo se habrá hecho bien. Sin embargo, y tal vez sea ahí donde recae el mayor cuestionamiento, es probable que lo que no se haya terminado de conformar fue un verdadero equipo.
Ya se dijo aquí en otros tiempos: la Argentina fue, en los últimos tres años, una colección de individualidades que, si podían destacarse, sacaban adelante el partido, como por ejemplo se vio ante Nigeria y contra Corea del Sur. Pero si el rival anulaba a esas individualidades, se iba a complicar. Porque ahí era donde debía aparecer el equipo.
Además de neutralizar a Messi de la mejor manera, Alemania jugó el partido perfecto. Pegó de entrada, se cerró criteriosamente y defendió bien los embates argentinos, sobre todo en los primeros 15 del ST, y luego salió a matar de contragolpe, con un sistema simple y letal, ante el desesperado intento de igualdad del equipo de Maradona.
Es inevitable detenerse en la evaluación de la labor de Lionel Messi. Al menos al criterio de quien esto escribe, que en su momento ha criticado las actuaciones del 10 de Barcelona con la camiseta argentina, resulta estúpido cuestionar su rendimiento porque no hizo goles. Eso es algo completamente anecdótico, porque en contraposición se podría objetar que fue el que más pateó al arco y el que más ha hecho lucir a los arqueros.
Si bien no fue la gran figura, tal como se esperaba de él por ser «el mejor del mundo», Messi no tuvo un mal Mundial. De hecho, los tres primeros partidos fueron los mejores de Lionel con la casaca albiceleste. Y si se espera más de él, habrá que pedirle a la FIFA que organice mejor los calendarios, porque evidentemente no es casualidad que Messi, Rooney, Cristiano Ronaldo, Kaká, Ribery y Cannavaro hayan estado bastante por debajo de su nivel, algo que ya le pasó a Ronaldinho en el Mundial 2006, tras dejarla así de chiquitita en Barcelona. No cabe duda de que las figuras llegan exhaustos física y mentalmente, tras las agotadoras temporadas europeas.
También habrá que analizar por qué no surgen en el fútbol argentino laterales que se destaquen. Eso no es culpa de Maradona, más allá de su decisión de no llevar a Zanetti. Porque a Pekerman le pasó lo mismo, y el padecimiento fue similar.
Ahora son tiempos de definir cuál será el camino a seguir: si bancar este proceso y aprovechar la experiencia adquirida, o si barajar y dar de nuevo. Dame Pelota apuesta a que el camino iniciado siga, pero con cambios donde hubo falencias, como por ejemplo en los que rodean y asesoran a Diego Maradona. Si el objetivo es aprovechar a la “Generación dorada del ´86” habrá que ir a buscar a los experimentados. Es decir: Batista, Burruchaga, Borghi, Pumpido e incluso hablar con Valdano. Así como en el ´86 Bilardo rodeó a Diego de un gran equipo, ahora el Doctor, como manager, debería hacer lo mismo con el entorno del DT.
Si finalmente Maradona decide dar un paso al costado, resulta muy complicado vislumbrar a un entrenador que tenga un apoyo unánime, en caso de esa persona exista. Los nombres de Carlos Bianchi, Ramón Díaz, Diego Simeone, Miguel Angel Russo seguramente sonarán como candidatos, e incluso podrían sumarse a esa lista Borghi, Falcioni, Gareca, Gerardo Martino y, por qué no, Alejandro Sabella y Angel Cappa.
Pero los cambios deben ir más allá de la selección. Resulta vergonzoso que Julio Grondona, como presidente de la AFA y artífice de esta gestión inesperada, no haya dicho ni una palabra tras la derrota. Veremos qué sucede cuando regrese a la Argentina.
También es preocupante cómo se descuidó a las selecciones juveniles, donde el Sub-20 no logró clasificarse al Mundial de Egipto del año pasado.
Serán horas de una enorme autocrítica, que trasciende la decisión de Maradona de seguir o no al frente de este equipo.
Y serán otros cuatro años de aguante, a la espera de que llegue el Mundial 2014 y podamos ilusionarnos con aguarle la fiesta a los brasileños en sus propias narices.
Buenas, una autentica lástima la eliminación de la albiceleste.
No se hizo un buen partido y no se estuvo acertado cara al gol. Saludos!
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