El primero “lo tenés adentro”
Una hora antes de comenzar el partido ya sonaban los bocinazos y también … las benditas vuvuzelas. Todo a modo de despertador alertaba que se acercaba la hora de la verdad.
Pese al frío y la hora, la gente se iba temprano a la oficina, a la casa de amigos, a las universidades, a los colegios, bares o a algunos puntos estratégicos del centro donde habían pantallas gigantes. Todos con el respectivo cotillón y alguna cosita rica para desayunar.
Definitivamente la onda era verlo al lado de alguien y que ese alguien no fuera “la bruja”. Perdón, la señora de cada uno.
Durante el partido se vivieron claramente dos estados de ánimo. El optimismo que duró más o menos 75 minutos basado en el buen rendimiento, con recuperación rápida de la pelota y con llegada al área hondureña demostrado por la roja, y la ansiedad de los últimos instantes del partido por no embocar el segundo gol.
En líneas generales se jugó muy bien pero falto la puntadita final. Nadie se hubiese sorprendido con un par de goles más a favor de Chile, pero faltó esa contundencia que da “Chupete” Suazo, y los últimos minutos se hicieron interminables por el temor de un empate injusto.
Finalmente se ganó, la gente se aflojó y salió a festejar. El punto de encuentro fue en Plaza Baquedano, algo así como el Obelisco en Argentina. Igualmente todo fue con mesura por el gusto a poco en el resultado y porque el hincha siente que se puede dar el batacazo y que este sólo es el primer paso de varios.