Entre los ocho mejores del mundo
Sería muy fácil elogiar la enorme potencia y eficacia goleadora del ataque argentino. Casi tanto como criticar las debilidades que quedaron expuestas ante los mexicanos. Por eso, será una ardua tarea de este post buscar un equilibrio entre ambas cuestiones, para no pecar de triunfalista ni de pesimista.
La extraordinaria tarea de Carlos Tevez tuvo su merecido premio: dos goles, constante participación en cada jugada de riesgo del equipo de Maradona y evidentes signos de no querer salir de la cancha hicieron de Carlitos la gran figura del encuentro, en su mejor performance con la casaca albiceleste desde que Diego es DT.
Para colmo, Gonzalo Higuaín demostró su enorme frialdad para definir como sólo los experimentados goleadores saben, «amasando» la pelota con la punta de los tacos del botín derecho, para desparramar al arquero Pérez y definir suave de zurda ante el arco libre.
Pero quedarnos en esos festejos, sobre todo el tercero, un verdadero golazo del Apache, sería injusto. Pecaría de subjetivo y hablaría de una notable ceguera de quien esto escribe para «leer» el partido y reconocer lo que no anduvo bien.
Los primeros 20 minutos del partido fue de lo peor de la selección argentina en el Mundial. No encontraba la pelota, era claramente superado por México en todos los sectores, no podía realizar más de tres pases seguidos, extrañana muchísimo a Verón (o a Pastore o a alguien que la distribuya) y apenas si podía rezarle a San Romero para que el tremendo remate desde afuera del área reviente el travesaño, o el hermoso zurdazo «tres dedos» de Giovanni Dos Santos se vaya besando el poste derecho del 1 argentino.
La apertura del marcador llegó de la mano de un error arbitral muy grave, aún mayor al que horas antes le habían impedido a Inglaterra llegar al empate ante Alemania. Tevez estaba casi un metro adelantado cuando Messi capturó el rebote que dio el arquero Pérez y pateó hacia donde estaba Carlitos. Aún más: entre el ex Boca y la línea final no había absolutamente ningún rival. Falla garrafal por donde se la mire. En cambio, en el primer turno, el remate de Lampard fue tan fuerte y picó tan rápido, que pudo no haber sido visto por el árbitro asistente. Aquí, la gran responsable es la FIFA por no incorporar elementos tecnológicos como el video ref, que de manera tan rápida como simple, eliminarían estas polémicas tan puntuales.
Pero atención: este error que ayer benefició a la Argentina, mañana lo puede perjudicar. El trabajo de cuatro años de una selección está en manos de errores humanos, como consecuencia de la desidia de la FIFA de incorporar la tecnología a este deporte y optar por poner a los árbitros en el foco de la tormenta.
No había podido reaccionar México de aquel golpe injusto de estar 0-1, que Osorio se mandó un blooper que recordará por siempre. Aún no queda claro qué quiso hacer, pero el olfato goleador del Pipita Higuaín aprovechó para robarle el balón y definir con una enorme categoría.
El 0-2 era un premio gigante para el conjunto argentino. Pero a la vez dejaba en evidencia quién es quién en la historia del fútbol mundial.
En el complemento, una gran acción individual de Carlos Tevez le puso moño al resultado y a la actuación de «Sir Charles». Bombazo sensacional al ángulo izquierdo de Pérez. Inatajable.
El equipo Tricolor tuvo su merecido premio en los pies de Javier Hernández, que metió un zurdazo bárbaro para clavar el 1-3. Y si México no llegó al 2-3 fue gracias a que Gabriel Heinze, otro pilar del equipo albiceleste ayer, la sacó de chilena en la línea.
Sin ser tan pobres como aquellos primeros 20 minutos, los últimos 20´ tambien fueron malos para los dirigidos por Maradona. México volvió a tomar las riendas del juego y del balón, ante un conjunto que intentaba hilvanar, sin éxito, tres pases seguidos. Tampoco fue una buena noche de Messi, más cercano a lo que había exhibido en las Eliminatorias que en los ilusionantes primeros partidos de este Mundial.
Párrafo aparte para cuatro jugadores que también tuvieron una actuación destacada: Javier Mascherano, Gabriel Heinze, Nicolás Burdisso y Nicolás Otamendi. Los cuatro parecerían piezas inamovibles para el choque contra los europeos.
El próximo sábado será el turno de Alemania en cuartos de final. Mismo rival y misma instancia que en 2006. Pensar que los germanos van a atacar igual que contra los británicos es un error tan grande como suponer que la Argentina va a defender como lo hizo ante México. Cada partido es un mundo, y lo importante será saber quién se despertará mejor dentro de seis días.
A esta altura, es más que digno lo realizado por Diego Maradona. A nivel resultados ya está en cuartos, como Passarella en 1998 y Pekerman en 2006, mejoró la ubicación de Basile (octavos en 1994) y de Bielsa (primera fase en 2002). Ahora va por Bilardo (último que llegó a la final, en 1990). «Ganamos un partido de cuartos de final de Mundial», había profetizado el entrenador tras la victoria en Berlín por 1 a 0, en los primeros días de marzo.
¿Dónde se habrán metido los detractores del DT de la selección argentina? ¿Formarán parte de los que ahora ven al equipo campeón del mundo?
¡Marchen varios panqueques con dulce de leche para la mesa 10!
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