Entrevista a Yanina y Diego Latorre, dos runners apasionados
Desde hoy, a mis habituales tareas en canchallena.com le sumo el desafío de escribir en el nuevo suplemento del diario La Nación: LN Corre. Gracias a Damián Cáceres y a Daniel Arcucci por la posibilidad.
Mi primera tarea fue entrevistar a una pareja de corredores muy especial: Yanina y Diego Latorre.
Aquí, les transcribo el texto, que pueden leer en el suple LN Corre, que sale hoy gratis, con el diario La Nación.
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Ni la lluvia del día anterior los detuvo. Como siempre, a las 8 estaban listos para cumplir su rutina en Palermo.
Se los nota alegres a Yanina y a Diego Latorre; disfrutan lo que hacen. Y así como fue la primera de los dos en incorporar la pasión por correr, es ella la que primero cuenta.
“Empecé hace 8 años, después de mi segundo embarazo. Los primeros pasos fueron fatídicos. Corría un minuto y sentía que me moría. Después fui mejorando y aumentando las distancias, y ahora no sé cómo hago para correr 42k en calle y en montaña.
Tratamos de compartir todo esto con nuestros hijos. Incluso, este año a la Maratón de París fuimos en familia, para que nos vean llegar. Fue emocionante. Mi hija Lola (12) ya corrió varias de 8k conmigo. Mi sueño es que cuando ella cumpla 18 corramos un 42k juntas.
El running me permitió dejar de ser dependiente de la fuerza del hombre. Me cuesta todo menos. En unos 42k de montaña la pasás mal, te embarrás, querés ir al baño, llorás… Entonces, después de superar todo eso, pedirle ayuda a Diego para, levantar una valija, sería ridículo.
El running me permitió dejar de ser dependiente de la fuerza del hombre. Me cuesta todo menos. En unos 42k de montaña la pasás mal, te embarrás, querés ir al baño, llorás… Entonces, después de superar todo eso, pedirle ayuda a Diego para, por ejemplo, levantar una valija sería ridículo.
Correr te enseña a sobreponerte a las exigencias y es el deporte más barato que hay. Y te cambia la cabeza en muchos aspectos. Yo, que no salía a la calle sin arreglarme, ahora no me importa nada y ando a cara lavada de acá para allá. Todo el mundo tendría que correr. Te cambia el humor”, cuenta Yanina.
Diego, paciente, espera agazapado, como cuando jugaba. Y encara: “Me contagié esta adicción al running por ella. A los 44, es un desafío constante levantarme cada mañana para correr, después de casi dos décadas como futbolista, pero lo hago porque sé que le sirve a mi salud mental.
El running y el fútbol no se complementan para nada. Me costó porque no sólo hay que construir el cuerpo del maratonista sino también la mente del corredor. Al principio, a los 20 o 25 minutos de carrera me autoboicoteaba y me preguntaba para qué corría… Correr una hora y media no estaba en mis planes. Es aburrido. Incluso en las pretemporadas padecía mucho esa parte. Nunca fui bueno en resistencia y siempre era el último en llegar.
Lo más difícil fue aprender a correr sin la pelota, sin la interacción con los compañeros y sin rivales. En deportes de grupo intervienen muchos más factores. Acá todo es más estructurado: vos tenés un plan que cumplir y sólo depende de vos.
Tuve que modificar un montón de mis hábitos que tenía de mi pasado futbolista. Yo corría mirando para abajo, y tuve que aprender a sacarme la pelota de encima.
El esfuerzo, la persistencia y la autosuperación también los aplicás en la vida. Ahora todo me cuesta mucho menos. Te volvés más activo y con más voluntad para hacer otras cosas.
El fenómeno del running se da porque los que viven en esta urbanidad que te aplasta, necesitan un cable a tierra, oxígeno, aire libre para pensar… Vivimos apurados todo el tiempo sin saber por qué. Y correr es una excusa para vivir mejor.”