Gallardo Recargado: el barrendero que salvó al Muñeco antes de la final con Boca y otras grandes historias
Diego Borinsky lo hizo de nuevo. El autor de «Gallardo Monumental«, libro que narra la vida del Muñeco desde que nació hasta octubre de 2015, luego de ganar su primera Copa Libertadores como DT de River, presentó «Gallardo Recargado«, continuación de esa obra, en la que narra al detalle los tres años que vivió el entrenador, «y una final soñada», como resalta la portada.
A lo largo de las 576 páginas, Borinsky saca a la luz momentos hasta aquí desconocidos, y que podrían haber torcido el rumbo de la historia. Entre ellas, se destaca la de un barrendero, que recuperó unos apuntos que le habían robado a Gallardo en los días previos a la primera final con Boca, y que de haber caído en manos xeneizes podrían haber torcido el rumbo de la historia.
Aquí, esa anécdota completa.
¿Y si el barrendero era hincha de Boca?
En la semana previa a la final de la Libertadores, al DT de River lo robaron. No en el sentido figurado. No fue en un campo de juego, ni en la sala del VAR. Ocurrió en la calle, en pleno Palermo, un día de semana a la noche. Había ido a cenar y cuando salió del restaurante y se acercó a su camioneta, se encontró con la ingrata escena del vidrio trasero roto y una mujer policía parada al lado. Le habían robado su maletín. Allí tenía, entre otras cosas, su ipad, el pasaporte, y unas carpetitas, de esas blancas con la banda roja que suelen entregar en prensa de River los días de partido. Y las carpetitas, claro, estaban repletas de apuntes relacionados a la final: esquemas, movimientos tácticos, los cinco defensores, Martínez Quarta, los cinco volantes, pelota parada, etcétera, etcétera, etcétera.
El «Muñeco» no fue a hacer la denuncia: no quería comerse el garrón de estar un par de horas en la comisaría para irse con las manos vacías, y además debía invertir sus energías en unos temitas que tenían en vilo a algunos millones de personas en el país. Al día siguiente, cuando llegó a Rivercamp, el masajista Marcelo Sapienza le preguntó si él había perdido sus documentos.
-No perdí, me robaron mi maletín, eso pasó -le contestó el «Muñeco».
-Ah, porque recién me llamó Liliana, de Informes, que esta mañana, apenas entró al club, se comunicó un señor diciendo que tenía unos documentos tuyos y dejó el teléfono.
La historia concluye con un llamado a este señor, que resultó ser un muchacho de unos treinta y pico, y con el ingreso de este muchacho, su mujer y su hijo a Rivercamp el día siguiente. «El pibe era barrendero, muy gashina -revive el «Muñeco», pronunciando así, bien fuerte la sh-, y al acercarse al volquete vio cosas rojas y blancas y le llamaron la atención, porque todo lo que sea de River el loco se lo lleva. Eso me lo contó después. Se puso a revisar las carpetas, encontró mi pasaporte, anotaciones de equipos y se quedó duro. Esperó que se hiciera la primera hora de la mañana y llamó al club para contar lo que había encontrado y al día siguiente le mandamos un remis, creo que vivía en Villa Luzuriaga, y vino con la mujer y el hijo. Me devolvió el pasaporte y los apuntes, el ipad obviamente se lo habían llevado los ladrones. Charlamos un rato, les regalamos camisetas de River y se fue recontento».
¿Qué hubiera pasado si el barrendero era hincha de Boca y salía corriendo a darle los apuntes a Guillermo Barros Schelotto como si allí estuviera la fórmula de la Coca Cola?
Nunca lo sabremos. Lo que sí podemos afirmar es que las grandes gestas se construyen de pequeñas historias. Esta es una.
Bienvenidos a la final más increíble de todos los tiempos.