La otra “Mano de Dios” de Maradona cumple 25 años
“Fue la Mano de Dios”, declaró con picardía Diego Armando Maradona el 22 de junio de 1986, en México, poco después de haberle marcado a Inglaterra el 1 a 0 con su puño izquierdo, en el choque válido por los cuartos de final de aquella Copa del Mundo.
Pese a que años más tarde el propio Diego reconoció haber marcado aquel tanto con la mano, los ingleses siempre se conformaron con que la obra de arte con la que Maradona anotó el segundo tanto argentino de aquella tarde en el estadio Azteca había valido por dos.
Sin embargo, no fue la única mano alevosa del crack argentino en un Mundial. Apenas cuatro años después, en la cita de Italia 90, Diego hizo otra vez de las suyas.
Aquel 13 de junio, hace hoy exactos 25 años, la Argentina tuvo una dura parada ante la Unión Soviética, por la segunda fecha del grupo B. No era un partido más aquel disputado en el estadio San Paolo de Nápoles, ya que el seleccionado albiceleste venía de una sorpresiva derrota por 1 a 0 ante Camerún en el debut, y un nuevo tropiezo hubiera dejado a los vigentes campeones del mundo, prácticamente eliminados de la competencia.
La tarde/noche arrancó mal. Porque cuando apenas se jugaban 8 minutos, Nery Pumpido chocó con el Vasco Jorge Olarticoechea y se quebró la tibia y el peroné de la pierna derecha. Las muecas de dolor eran indisimulables, mientras el juego seguía. Hasta que Sergio Batista tiró la pelota al corner para que atiendan al arquero.
Casi sin entrada en calor, un joven Sergio Goycochea saltó al campo de juego con un buzo verde y el número 12 en su espalda.
Tres minutos estuvo detenido el partido. Hasta que vino el corner desde la izquierda, que terminó en otro tiro de esquina desde el otro lado. Oleg Kusnetsov se anticipó a José Basualdo en el vértice del área chica y cabeceó al gol. Sin embargo, la pelota fue rechazada por el puño derecho de Maradona, que con el brazo bien lejos de su cuerpo evitó la caída de su valla, ante el reclamo general del equipo soviético contra el árbitro sueco Erik Fredriksson, que no cobró el evidente penal, pese a estar a escasos metros de la jugada.
Difícil es imaginar qué hubiera pasado si aquello terminaba en un tiro desde los 12 pasos para la Unión Soviética. Quizás, Maradona se iba expulsado. Tal vez, Goyco iniciaba allí su épico protagonismo como atajapenales. O tal vez no, y la Argentina esa noche se quedaba afuera de un Mundial en el que luego terminó subcampeona.
Lo único cierto es que aquella noche, hace un cuarto de siglo en Nápoles, a Maradona lo ayudó otra «Mano de Dios».