Los partidos hay que jugarlos
La sensación exitista puede ser maravillosa, pero también preocupante.
Imaginar que la selección argentina ya está en cuartos porque se repiten los octavos de final que en 2006 es tan absurdo como profetizar que en esa instancia nos volveremos tras los penales contra Alemania, o que seguiremos adelante si nos toca Inglaterra, gracias a un gol con la mano de Messi y otro después de un jugadón desde media cancha, sin olvidarnos de un nucazo salvador sobre la línea, sobre la hora y de palomita invertida de, tal vez, el Gringo Heinze, vestido del vasco Olarticoechea.
Por lo expuesto hasta aquí, México parece ser inferior al equipo de hace cuatro años. La Argentina, en cambio, es por lo menos igual y probablemente mejor que la que protagonizó aquella aventura en suelo germano.
La realidad es que estos partidos, a cara o cruz o a suerte o verdad (disculpen pero aborrezco hablar de que un partido es de vida o muerte), son pequeñas islas dentro de las realidades de cada selección.
Por lógica, deberían pasar a cuartos de final Uruguay, Estados Unidos, Alemania o Inglaterra, Argentina, Holanda, Paraguay, Brasil y España. Pero si no hubiera sorpresas, esto no sería fútbol. Y sorpresas significa estar despierto, atento y 100 por ciento concentrado durante todo el tiempo que dure el partido.
En su sección «Pizarrón y pases cortos» de hoy en La Nación Deportiva, Christian Leblebidjian analiza “Atención: a la Argentina todavía no la atacaron”. Muy cierto y muy claro en sus conceptos, como siempre. Habrá que ver cómo reacciona el equipo cuando lo ataquen, con una defensa que aún no terminó de hacer pie.
Marcelo Gantman, en el blog de canchallena.com Viajeros al Mundial, también analizó las ridículas comparaciones que se escuchan por estas horas en distintos medios de la Argentina, recordando lo que pasó hace ¡cuatro años!, con jugadores completamente distintos, tanto en nombres como en edades y experiencias.
Es realmente triste leer que hoy el 44 por ciento de casi 5500 lectores de canchallena.com creen que la Argentina será campeona del mundo, cuando después de las derrotas ante Brasil y Paraguay, el 88 por ciento de los lectores de ese mismo medio pedían que Diego Maradona renuncie a su cargo. Relacionar los éxitos y los fracasos solamente al resultado es preocupante.
Como suele decirse siempre, los partidos hay que jugarlos. Y allí es donde hay que intentar ganarlos. Pero atención: el rival ansía exactamente lo mismo, y sólo uno seguirá adelante.