Si prepotea así cuando perdemos…
¿Qué le pasa a Basile? ¿Qué lo irrita tanto? ¿Qué pretende?
Basile, el rey de la desdramatización, el gran desdramatizador que rechazó la medalla de subcampeón en Maracaibo, pasa de la autocomplacencia a la vaguedad y de la vaguedad al fastidio, y del fastidio a la guarangada, y eso porque, según parece, espera del periodismo algo que no le da. ¿Reconocimiento? ¿Indulgencia? ¿Franela? ¿Crédito ilimitado? ¿Qué?
Hagamos las cuentas: el día del debut la Selección pierde por paliza con Brasil y al poco tiempo pierde también con España en una actuación indignante por el tenue fluir sanguíneo de unos cuantos jugadores. Salvo un rato contra Francia y otros ratos en la Copa América (ante esos rivales a los que se les gana nueve de cada diez veces), de buen nivel, ni hablar. Consumado el papelón en la final, frente a un Brasil B reforzado, su mayor hondura analítica se expresa en «ellos se levantaron mejor» y en su satisfacción por lo bien que anduvo el rating. Y el miércoles, post 1-2 de oferta contra un adversario de segundo orden, insiste en tratar de maquillar lo inmaquillable de un equipo pobretón y en su flamante descubrimiento de la pólvora: que ya no se puede trabajar a largo plazo.
Con semejante panorama, ¿qué espera Basile? ¿Que tiremos papel picado? ¿Que vayamos a tocar bocina al Obelisco? No. Lo que cae de maduro, lo natural, es esperar de él una evaluación crítica, rigurosa, bien sazonada con una genuina asunción de responsabilidades, pero de eso, cero al as. Basile sólo pierde su tono desdramatizador para la grosería y la prepoteada.
Conste que no estamos reclamando que se vaya. ¿Está Basile? Adelante con Basile hasta Sudáfrica, pero eso sí: que se baje del caballo.
Por Walter Vargas, publicado en el diario Olé