Despacito, despacito, despacito
«Si le gana a Ucrania, Italia es finalista porque a Alemania lo tiene de hijo«, me dijo el viernes pasado mi primo Carmelo, minutos después de que la Argentina se despidiera del Mundial.
Y se dio nomás. Cuando todo parecía encaminado irremediablemente a los penales, aparecieron Grosso (más grosso que nunca) y Del Piero (¿Qué hace en el banco de suplentes?) y chau germanos.
Esta es la quinta vez que italianos y alemanes se ven las caras en Mundiales, con tres victorias para los «Azzuri» y dos empates. Pavada de paternidad…
Pero lo más lindo de todo esto es que con este 2-0 se desmoronó aquello que algunos malpensados hablaban sobre que «está todo arreglado para que la final la jueguen Alemania y Brasil». Ni uno ni otro estará el domingo en Berlín.
Confieso que yo quería que Alemania se quede afuera desde que arrancó el Mundial. Por jodido, por que me gusta que los malpensados que creen que está todo arreglado se tengan que callar la boca o por lo que sea. Pero por suerte se me dio.
En la final estará Italia, que cumplió con su rito histórico y sigue llegando al partido decisivo de un Mundial cada 12 años (perdió 4 a 1 en México ´70 con Brasil, le ganó 3 a 1 a Alemania Federal en España ´82 y perdió otra vez con Brasil en EE.UU. ´94 (3-2 por penales luego de un olvidable 0 a 0).
Otro dato estadístico. Los germanos estaban invictos en Dormund, donde desde 1927 habían jugado 14 partidos y habían ganado todos menos uno, que terminó en empate.
Veremos qué pasa mañana con Francia-Portugal. El sábado pasado, acá en Dame Pelota pronosticamos que la final la jugaban Italia y Francia, y que sería bárbaro para el fútbol que Zidane se retire con la Copa en alto.
Veremos que pasa. Pero ojalá, por el bien del buen fútbol, que el domingo juegue de entrada Alessandro Del Piero (¿Por qué algunos le dicen Alex, si es más tano que la Torre de Pisa?). Y que no amonesten a Zidane…