Historias olímpicas: Dick Fosbury da vuelta al mundo
Este texto forma parte del libro «50 Grandes Momentos de los Juegos Olímpicos«, publicado en 2012 por Ediciones Al Arco, y auspiciado y repartido de manera gratuita por el Ministerio de Educación de la Nación en las escuelas primarias públicas. También podés leerlo online haciendo clic aquí.
Cada tanto, en la vida se producen momentos bisagra, situaciones que cambian para siempre hechos puntuales del universo. El deporte no es ajeno a esto, y mucho menos los Juegos Olímpicos. Algo de eso sucedió en la prueba de salto en alto de México 1968.
Hasta entonces, los atletas que participaban en esa disciplina implementaban dos técnicas efectivas y probadas, con las cuales se desempeñaban en las competiciones.
De esa forma, una vez que los saltadores completaban la carrera hacia el listón, lo superaban de dos maneras posibles: pasando sobre ellas boca abajo (como un delfín) y, con un gran impulso, atravesarlo primero con una pierna y luego con la otra.
Pero el 20 de octubre de 1968, Dick Fosbury sorprendió al mundo empleando una nueva alternativa. El estadounidense corrió hasta el listón, saltó y lo pasó, ¡de espaldas! Así, Dick se colgó el oro, estableciendo un nuevo récord olímpico con la mejor marca del año.
Distintos estudios posteriores determinaron que el método empleado por Fosbury era mucho más efectivo que los anteriores, desde el punto de vista biomecánico del cuerpo, puesto que el hecho de correr hacia el listón de manera transversal y siguiendo una trayectoria curva, para luego saltar de espaldas, el espacio entre el centro de gravedad del saltador y el listón se achicaba, lo cual permitía la posibilidad de ganar más altura y, por lógica, mejorar las marcas establecidas hasta entonces.
Luego de los primeros signos de sorpresa, y de las críticas iniciales, llegaron los reconocimientos. El éxito fue tal, que en la actualidad no hay competidor de salto en alto que no lo haga de esa manera y, en homenaje, que al sistema se lo conozca como Fosbury flop (el salto Fosbury).
“La popularidad actual de mi estilo es un premio maravilloso después de todo lo que tuve que aguantar al principio, cuando mi forma de saltar no le gustaba a nadie. El salto de espaldas ya lo practicaba en el instituto y allí todos se reían de mí, considerándome un loco, por salirme de las normas conocidas. Hasta que gané en México 1968 y pasé a la categoría de héroe”, declaró Fosbury, en 1984.
El estadounidense no pudo clasificarse para los Juegos de Munich 1972, con lo cual no tuvo chance de revalidar su título olímpico ni de mostrarles en vivo a los europeos su particular manera de saltar en alto.
Algunos especialistas consideran que muy probablemente Dick Fosbury no haya sido uno de los deportistas más hábiles para el salto en alto, pero sí tuvo el atrevimiento suficiente como para probarlo de implementarlo en un Juego Olímpico, estableciendo una piedra basal para el futuro de la disciplina.
A los detractores iniciales de Fosbury, que lo consideraron un loco, bien les cabe la siguiente frase, que alguna vez pronunció Albert Einstein: “¿Locura? Locura es hacer siempre lo mismo una y otra vez y pretender resultados diferentes…”.