Historias olímpicas: el primer rugido de Las Leonas
Este texto forma parte del libro «50 Grandes Momentos de los Juegos Olímpicos«, publicado en 2012 por Ediciones Al Arco, y auspiciado y repartido de manera gratuita por el Ministerio de Educación de la Nación en las escuelas primarias públicas. También podés leerlo online haciendo clic aquí.
Hasta los Juegos Olímpicos de Sydney, realizados en el año 2000, la selección argentina de hockey sobre césped femenino se llamaba exactamente así. Siete palabras y 45 letras que parecían imposibles de reducir.
Sin embargo, en suelo australiano, se produjo un hecho que cambió para siempre a ese equipo, y que dejó a esa frase interminable como mero sinónimo.
En aquellos Juegos Olímpicos de Sydney 2000, la selección argentina de hockey sobre césped femenino venía realizando un buen torneo. En la primera fase había cosechado dos victorias (3-2 a Corea del Sur y 1 a 0 a Inglaterra) y dos derrotas (1-3 con Australia y 0-1 con España), y había culminado segunda, detrás de las imbatibles locales.
Sin embargo, y pese a la ilusión de arrancar la segunda fase cerca de la zona de medallas, un error de interpretación de las reglas les jugó una mala pasada y las colocó sextas entre seis equipos, con cero puntos (ya que las dos victorias habían sido ante equipos que no habían clasificado, y solo “arrastraban” las dos derrotas).
Esa situación inesperada, obligó al equipo dirigido entonces por Sergio Cachito Vigil a ganar los cuatro partidos que restaban para el oro.
El primer paso de esa decisiva fase final fue nada menos que contra la poderosa Holanda. El día de ese encuentro, 24 de septiembre de 2000, las chicas necesitaban dejar todo para seguir adelante, y consideraron que aferrarse a un plus o a una imagen les iba a dar más fuerza. Y, por primera vez, el dibujo de una leona apareció estampado en sus camisetas.
“Resultó algo lindísimo de hacer ya que surgió del grupo. Me tocó a mí porque siempre fui la dibujante del grupo. Mis viejos tenían un montón de libros de arquitectura, de donde recuerdo unas ilustraciones de leonas persas, y la primera leona tiene algo de aquellas imágenes”, recordó Inés Arrondo, autora del logo original de Las Leonas,
en una entrevista a canchallena.com en 2010.
“Fue un logo que ya estaba preparado, establecido. La idea era sacarlo a relucir en un momento que consideráramos importante, y cuando pasamos a la segunda fase sin puntos, creímos que era el momento de usar esa camiseta. Y contra Holanda se usó por primera vez”, rememora Mercedes Margalot.
Después del inolvidable 3 a 1 a Holanda, entonces subcampeón mundial, llegó otra victoria: 2 a 1 ante China para seguir soñando con el oro.
El último escalón que debían superar las autodenominadas Leonas era Nueva Zelanda. Y esa tarde, jugaron el partido perfecto. Fue 7 a 1 a las oceánicas, en una verdadera exhibición de hockey. La posibilidad de pelear por la medalla dorada dejaba de ser una ilusión para convertirse en una realidad.
El partido decisivo fue contra Australia, potencia mundial y, para colmo, con el apoyo de toda su gente en Sydney.
El encuentro fue duro, y si bien Las Leonas jamás se dieron por vencidas, la superioridad de las locales quedó evidenciada tanto en el desarrollo como en el resultado: 3 a 1.
Pese a la derrota, las chicas argentinas recibieron una ovación por parte de todo el estadio y, tras la entrega de medallas, se dio un hecho tan curioso como espontáneo. Las Leonas les armaron el clásico puente o callejón a las flamantes campeonas olímpicas, quienes no solo agradecieron el gesto y atravesaron ese espacio, sino que a continuación les devolvieron la gentileza a las argentinas, reconociéndoles el esfuerzo y la garra ofrecida durante el juego.
“Fue el momento más feliz de mi vida deportiva. Ese reconocimiento recíproco entre nuestras Leonas y las supercampeonas australianas fue un canto a los valores, al respeto. El estadio, que había gritado los goles de una forma increíble, en ese momento se vino abajo. Fue el grito de gol más fuerte que escuché”, reanuda Cachito
Vigil.
Desde ese partido bisagra contra las holandesas, coronado con la histórica medalla plateada olímpica, las chicas del hockey dejaron atrás aquel interminable rótulo para convertirse, para siempre, en Leonas.