Historias olímpicas: Fanny Blankers-Koen, la mejor atleta del siglo XX
Este texto forma parte del libro «50 Grandes Momentos de los Juegos Olímpicos«, publicado en 2012 por Ediciones Al Arco, y auspiciado y repartido de manera gratuita por el Ministerio de Educación de la Nación en las escuelas primarias públicas. También podés leerlo online haciendo clic aquí.
La historia de Fanny Blankers-Koen
(Crédito: programa Runners – Fox Sports HD)
Así como Jesse Owens se convirtió en un ícono del atletismo mundial por su proeza en Berlín 1936 y Carl Lewis hizo lo propio dominando las pistas en los ’80, Fanny Blankers-Koen tiene bien ganado su lugar junto a ellos en la historia olímpica.
De hecho, la Federación Internacional de Atletismo la proclamó como la mejor atleta del siglo entre las mujeres, reconocimiento que recibió junto al Hijo del Viento.
Esta holandesa fue una de las figuras más sobresalientes de los Juegos Olímpicos de Londres 1948, donde aprovechó al máximo sus capacidades aeróbicas para llevarse cuatro medallas doradas.
La devastadora Segunda Guerra Mundial le impidió a Fanny, igual que a tantos otros, consagrarse como la mejor de la historia olímpica en los jamás realizados Juegos de 1940 y 1944. Por eso, tanto ella como su marido y entrenador, Jan Blankers, sabían que la última chance estaba en Londres 1948. Tenía 30 años y la gloria eterna era en aquella cita, o nunca.
Su trabajo se intensificó en la etapa previa. Semanas antes del comienzo del evento en la capital inglesa, la holandesa se presentó a una competencia en Amsterdam, donde dejó en evidencia su extraordinaria forma y sus chances reales de ganar una medalla. Batió el récord mundial de los 100 metros (11s5/10) y el de los 80 metros (actualmente, 100) con vallas, con un tiempo de 11 segundos.
Finalmente, llegó la hora de la verdad para Fanny. Los Juegos de Londres eran una realidad. El 2 de agosto de 1948, Holanda logró su primera medalla dorada olímpica en la historia de su atletismo. La responsable era, ¿quién otra?, Fanny Blankers-Koen, que ganaba los 100 metros llanos (11s9/10).
Enseguida, llegó el segundo oro para Fanny. En los 80 metros con vallas estableció un tiempo de 11s2/10, que le alcanzó para superar con lo justo a la promesa local Maureen Gardner.
Más adelante, arrasó en los 200 metros. Allí, hizo 24s4/10 y le sacó una holgada e infrecuente diferencia de siete décimas a la inglesa Audrey Williamson, que se conformó con la medalla de plata.
Fanny tuvo un cierre triunfal para su consagración olímpica. Junto a sus compañeras Xenia de Jong, Netzie Witziers-Tomer y Gerda Vander Gerde, ganó la posta 4×100 y se colgó un cuarto oro olímpico.
Su regreso a Holanda fue triunfal. La gente colmó las calles de Amsterdam para vitorearla, y el municipio de esa ciudad le regaló, en agradecimiento, una bicicleta. Sus palabras, humildes, fueron: “Todo esto, solo por correr unos pocos metros…”.
A diferencia de otras grandes figuras del atletismo, esta holandesa, nacida el 26 de abril de 1918, en Baarn, recién comenzó a correr en serio a los 17 años, y en su extraordinaria carrera batió veinte récords mundiales, discriminados en carreras de velocidad y de vallas, en salto de altura y de longitud, y en el pentatlón.
El momento de mayor alegría de Fanny Blankers-Koen se vivió en 1999, cuando la IAAF la eligió como “La mejor atleta femenina de todos los tiempos”. Sus palabras, entonces, derrocharon otra vez humildad: “¿Están seguros de que gané yo? Cuando pienso en todas las grandes atletas de este siglo y en la gente joven que lo está haciendo tan bien, debo decir que estoy sorprendida, pero muy halagada también por este premio”.
La inolvidable Fanny murió en la localidad de Hoofddorp, el 25 de enero de 2004, siendo aún poseedora de un récord jamás igualado en el atletismo femenino: cuatro oros olímpicos en un mismo Juego.