A 30 años del primer triunfo de Clerc sobre Vilas
Después de seis derrotas seguidas, el 5 de octubre de 1980 Batata le ganó por primera vez un partido a Willy; fue hace 30 años, en la final del torneo de Madrid
– «¿Treinta años ya?»
– ¿Te asombra?
– No. Lo que me asombra es que tenía músculos en las gambas. ¡Y pelo! ¡Mirá estos rulos!
José Luis Clerc se ríe y se sorprende por el paso del tiempo. Y si bien al principio de la charla asegura no recordar nada de aquella consagración en el torneo de Madrid de 1980, cuando en la final le ganó por primera vez a Guillermo Vilas, hace justo hoy tres décadas, con el correr de los minutos todo irá fluyendo en su mente.
«Me acuerdo que aquel (por Vilas) me iba ganando fácil. 2 sets a 1 y 4-1 en el cuarto. Me llevaba como chico para el colegio. Yo en ese entonces estaba décimo del mundo y él cuarto. En esa final le encontré la vuelta al juego de él, ese revés que te enroscaba con la derecha, y si vos no tenías el revés paralelo bien preparado y profundo, él tipo se acomodaba como derecho y te sacudía para el otro lado», recuerda Batata, antes de la primera pregunta y usando una vieja revista El Gráfico como ayudamemoria.
«Todos los que le pegamos el revés a una mano, la peor pelota es la que viene bien alta, porque perdés potencia para pegarle allá arriba. Entonces tenés que retroceder para pegarle y le permitís al rival acomodarse mejor. Me pasó a mí y a muchos más. Y lo mismo le pasa a Federer con Nadal. Por eso le cuesta tanto ganarle» explica.
Tras la comparación, Clerc vuelve a aquel 5 de octubre de 1980 en suelo madrileño: «Le empecé a enganchar esa pelota, y ahí empieza una historia nueva entre nosotros cuando nos enfrentábamos, porque le encontré la vuelta. De hecho él confesó muchos años después que ahí cambia también nuestra relación, porque él no concebía perder contra otro argentino».
«Cuando le gané no hubo ningún grito ni nada. Yo sabía lo que significaba jugar contra Vilas, pero no decía ´Uh, juego contra Vilas, el número 1 de Argentina´. Yo siempre jugaba contra el 1, el 2, el 4 del mundo, pero sin personalizarlos. Fue una linda etapa, y haberle ganado a Ivan (Lendl) en semis y a Guillermo en cinco sets (6-3, 1-6, 1-6, 6-4 y 6-2) en Madrid fue algo muy grato», resume.
Sorprendido por «cómo funciona la maquinita», Batata sigue exprimiendo su memoria: «Me acuerdo que se pinchaba las gambas porque se había acalambrado. Mi revés empezaba a funcionar y lo hacía correr por todos lados. Una vez que le encontré ese tiro, las cosas empezaron a cambiar notablemente. Y siempre me caractericé por ser un tipo de pegarle. Aunque nunca tuve mucha idea de cómo, ni nunca supe qué potencia tenía, porque nunca quise verme. Ni antes ni ahora. Jamás vi un video de un partido mío. Soy tan perfeccionista que sé que me haría malasangre viendo mis errores. Para mí tuve y tengo un estilo muy feo.»
CLERC Y…
- Su manera de jugar
«Nunca me caractericé por pegar toquecitos o dropcitos, sino por pegar palos. La gente estaba acostumbrada a eso, al top (por Vilas y por Borg) y no a los palos míos y de Lendl. Cuando llegó la nueva generación de chicos, se encontraron con un nuevo atractivo. Entramos Lendl, Noah, Mc Enroe y yo. Pero la potencia se la empezamos a dar Ivan y yo, a pegarle más plano, más potente, a sacar más rápido. Fue una linda época, donde jugábamos realmente al tenis con el corazón. Jugábamos para ver quien era el mejor, como ahora hacen Federer y Nadal, que juegan por la gloria y no por la plata.» - Los títulos
La gente siempre quiere saber qué sentís, te pregunta por la emoción. Y es una emoción muy efímera. Te pasa por delante en menos de cinco minutos. Porque levantás la copa, te vas al vestuario, te duchás, te vas al hotel, armás las valijas y te fuiste a otra parte del mundo para empezar otro torneo. No hay tiempo para disfrutar los triunfos. Y al tipo que se queda disfrutando los triunfos, se le van pasando las semanas, y va perdiendo en primeras vueltas.» - El retiro
«Siempre hay un partido que te va marcando un retiro. En mi caso se trató de un partido que me robaron literalmente en los cuartos de final de Roland Garros ´85 contra (el francés Yannick) Noah. Estábamos 5 iguales en el quinto y sacaba él 15-30. El negro, que siempre te atacaba, se me viene a la red, le tiro un globo rápido, bajo, corre para atrás, smashea y se cae. Y pega en la paralela, en la mitad de la paralela. Miro para atrás y el juez de línea canta mala, pero el juez de silla la da buena y yo no lo puedo creer. Dos años lo estuvieron repitiendo en Francia porque nadie podía creer lo que me habían robado. Finalmente él mantiene su set, me quiebra y me gana 7-5. Quizás hubiese perdido igual, pero después de ese partido estuve varios días sin dormir, y ahí empecé a pensar en el retiro.»
«Casi a fin de año hubo un torneo en Itaparica, creo que en noviembre. Me toca jugar contra Juan Avendaño, un gallego que era imposible que me ganara en cemento, aún si yo jugara mal o con la zurda. Pero perdí. Perdí yo. Llegué a la habitación, agarré la valija con la ropa, abrí la ventana y flum, la tiré al lago. Después agarré mis ocho o diez raquetas y las tiré por la ventana al lago también. Y ahí dije: «No juego más». Tal vez me retiré joven, pero puedo le puedo decir al tenis ´Te dejé yo y no me dejaste vos´. Pero ya no tenía motivación.»
Producida junto a José Luis Domínguez y publicada en canchallena.com
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