El miedo, según España
¿Tienes miedo?
¿De qué?
No te sé explicar.
Pero… ¿miedo de Brasil? ¿De Holanda?
No, no es esa sensación. No tengo miedo de caer en cuartos, o de ni siquiera llegar.
¿Entonces?
Tengo miedo de mí, de nosotros mismos. De no haber sabido encajar un relevo en la selección. De ser buenos, pero ser planos: no sentir, no reaccionar, no tener un plan “B”.
Es complicado escribir estas líneas tras haber recibido uno de los mayores revolcones a nivel mundial que mi mente alcanza a recordar. Me da miedo siquiera intentar visualizar cómo nos va a presionar Chile, pero no por no ganar, sino por la pérdida de identidad que esto pueda suponer. Encefalograma plano.
¿Relevo generacional? No, pero hay que poner a los jugadores que tengan mejor fútbol en sus botas, no mejor nombre en la camiseta. Llevamos seis años de sueño y una noche de pesadilla, a mí me sigue compensando, y mañana me pondré la camiseta de España para ir al parque a jugar con mi hijo.
Esto tiene arreglo, pero es un tema mental, psicológico, de motivación, cuestión de liderazgo. Bien sabe el seleccionador lo que tiene que hacer, ya se ha visto en estas anteriormente, de hecho, nunca se había ganado un mundial perdiendo el primer partido. ¿Y dos mundiales?
Quizás sea el fin de un ciclo, no lo creo, pero el tiempo lo dirá. Don Vicente siempre justifica las listas de seleccionados por el papel de cada uno en el grupo. Bien, pues ha llegado el momento de ver si el grupo es lo suficientemente maduro dentro y fuera del campo.
Si alguien ha llegado leyendo hasta aquí se lo agradezco y le felicito… pero le he mentido: sí que le tengo miedo a una cosa: a los árbitros. A este ritmo de errores por partido la polémica va a ser un plato servido día tras día.
Hasta el próximo partido.