Pablo Lisotto

Nació en la Argentina en 1975. Es Licenciado en Periodismo (TEA 1998). En marzo de 2006 creó www.damepelota.com.ar, por el cual recibió diferentes premios y reconocimientos (por ejemplo, fue invitado a los Juegos Olímpicos de Londres 2012). Actualmente cubre la actualidad de Boca Juniors para la sección Deportes del diario LA NACIÓN. Escribió seis libros: "50 Grandes Momentos de los Juegos Olímpicos", "50 Glorias del deporte olímpico", "50 Grandes Momentos de los Mundiales de fútbol" y "50 Grandes Momentos de la Copa América" (Al Arco, 2012, 2014 y 2015. Se pueden leer gratis en este sitio) y "Hazañas y Leyendas de los Mundiales" (Atlántida, 2014) y "Hazañas y Leyendas de los Juegos Olímpicos" (Atlántida, 2016). A fines de 2012 recibió una Mención Especial de ADEPA, en la categoría Deportes. Es especialista en Olimpismo y en Mundiales de Fútbol.

5 comentarios en «Gol»

  • Olvidábaseme de decir: aunque a mí los cuentos de fútbol no me atraen demasiado, de este Sacheri, autor de producción despareja, hay uno extraordinario como pieza literaria, sobre todo en cuanto argumento: «La hipotética resurrección de Baltasar Quiñones». Merecería ser adaptado para el cine. Total, hoy hacen pelis con cualquier cosa.

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  • En realidad, me dejé llevar por recuerdos, pero lo que quería decir es que sería un buen ejercicio mental para los aficionados al fútbol en la Argentina el dejar de pensar nuestra historia deportiva como si los únicos hitos del fútbol argento fueran las hazañas de Maradona. Diego Maradona es el futbolista perfecto, o uno de sus arquetipos. Solemos olvidar que ese partido Argentina pudo y debió ganarlo como cuatro a cero, porque superó COLECTIVAMENTE durante setenta y cinco minutos a los ingleses, y no conseguía abrir el partido. Lo grande de Maradona (y no se le suele reconocer) es que el tipo, sabiéndose el mejor, siempre, en Argentinos, Boca, la Selección, Barcelona o Nápoli, actuaba como un miembro más del equipo, aunque en realidad había que armarle los equipos para él. Entrenadores, periodistas e hinchas solemos meter la pata aceptando que se armen equipos para algunos grandes jugadores que aparecieron después, pero que al gran Diego no le llegan ni a los tobillos. Es, por ejemplo, la macana que hacen con Riquelme, que no tiene ciertos atributos de perfección que ejercía Maradona. Éste era el mejor malabarista y el mejor futbolista de posición y fuerza; nunca se recuerda lo suficiente que el Maradona de 1977-1990 se corría toda la cancha auxiliando a sus compañeros, en vez de esperar que le llevaran la bola a domicilio, por ejemplo, y nos quedamos con el mito inalcanzable del zurdo gambeteador que juega cada día mejor. El mismo error que los brasucas cometían queriendo creer que cualquier gran futbolista podía ser un malabarista-estratega como Pelé. Mientras jugamos a la mística, recordando como tangueros nostálgicos tiempos supuestamente mejores, olvidamos jugar al fútbol. Y terminamos perdiendo campeonatos que podemos ganar.
    «Aunque me fuercen yo nunca voy a decir que cualquier tiempo por pasado fue mejor: mañana es mejor» (Luis Alberto Spinetta, una gallina desolada, allá por 1973)

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  • Olvidé agregar que el gol de Maradona tal vez no haya sido el mejor suyo. De hecho hay uno inolvidable, que él mismo elige como el mejor, en donde elude a todo el equipo de Huracán y, en la línea, se la mete de caño al gran Jorge Carrascosa.
    Lo que ocurre es que ese gol se lo hace justo a Inglaterra, justo cuatro años después de la guerra de Malvinas (aunque sea incomparable la «venganza»), justo en un Mundial, justo en los cuartos de final y justo después de meterles un gol ilícito con la mano.
    Tal vez haya mejores o más espectaculares. A los que usted nombró sumo hora el segundo de Diego a Bélgica en el ´86, el de Caniggia a Brasil, previo jugadón de Diego en el ´90, el de Medero a Platense en el ´91, el de Chilavert a Burgos en el ´93, el sombrero de Ortega a Ferro en el ´94, el de D´Alessandro a Gimnasia en 2003, el de Palermo a Independiente este año, el de Riquelme a Libertad este año en Asunción, y tantos más.

    Pero el de Diego tiene todo el plus que le detallé antes y que está maravillosamente descripto en el cuento de Eduardo Sacheri, relatado por Alejandro Apo en el link que puse en este mismo post, y emocionantemente relatado por Víctor Hugo Morales.

    Saludos,

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  • Estimado Opinólogo: Le agradezco sus aportes. Aún cuando opina de manera completamente opuesta a mi pensar, es un placer leerlo.

    Opinólogos como usted le dan un toque importante de seriedad y análisis a este blog.

    Otra vez gracias,

    Pablo

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  • Apuntes para el caso:

    1º) Diego Armando Maradona hizo, ya en sus inicios en Argentinos Jrs., el Cuadro del Metegol de Boyacá, joyitas comparables a ese gol: tiros libres imposibles, seguidillas de rivales dejados en ridículo de a cinco o seis, y partidos ante los grandes que los ganó él sólo (porque Metegol Jrs. de 1977-80 era, mucho más que el Nápoli, eso: Maradona y diez más). Uno mejor que ese fue el que le cedió (se gambeteó a nueve tipos) al ruso Brailovsky, contra un equipo de club, en una gira de la selección del camarada Menotti por Spain, un año antes del Mundial ’82. Asimismo, en otra gira albiceleste (Viena, 1979), no sólo Maradona se comió el borrador de ese gol ante Clemens, sino que Ischia (el mismo pelado que hoy dirige a Central, y entonces era la manija de Vélez y tenía un montón de rulos) hizo uno muy parecido, sólo que pateó al arco desde fuera del área. Bochini metió uno mucho mejor contra Peñarol, pasando a todo el equipo contrario. Rendo hizo uno completamente inútil contra Perú en la Bombonera en la triste eliminatoria del 69. Y del mismo Maradona, casi sin gambetas, hay uno maravilloso en un Barça-Real Madrid en el Bernabeu, esperando cancheramente al defensor, para tocarla al otro palo, que en España lo pasan una vez sí y la otra también en las antologías de los mejores goles de la historia. Y cada cual recordará apiladas parecidas.

    2º) Deberíamos dejar de actuar como «Las Viudas de Pelusa», que hace una década que no juega. Parecemos los brasucas cuando se fue Pelé, que juntaban un montón de buenos jugadores y pretendían que jugaran como la leyenda del Negro (sí, Bielsa tenía razón).

    3º) El Monumento al Gol debe ser, según el cuadro y la nacionalidad y edad de cada uno, una conversión distinta. De ese mismo Mundial del ’86 me parece muy superior el segundo de Argentina 2-Bulgaria 0 (convertido por Burruchaga, que nunca supo cabecear, pero ese día jugó fenómeno, pese a lo cual el Sr. Fernández Moores intentó crucificarlo por canal 11 en el comentario post partido del noticiero, como si los telespectadores fuéramos ciegos), en el que la participación de Maradona como wing izquierdo fue sencillamente extraordinaria.

    FDO.: Opinólogo Berreta, del Club de Admiradores del simpático 😉 pero sabio José Sanfilippo, un amigo del Diez.

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