Todos somos Pumas
Antes que nada, quiero confesar que no soy un apasionado del rugby. Sin embargo, la única vez que lo practiqué, me fui victorioso. Fue un emocionante 100 a 96 contra «los del otro séptimo» en Embalse, Río Tercero, durante mi viaje de egresados de la primaria.
Sin embargo, cuando llega la época del Mundial, me transformo. Esa locura por Los Pumas nació en 1999, un año después de recibirme como periodista, cuando debí cubrir uno de los partidos del equipo argentino en un bar para la radio donde laburaba en aquella ocasión. Y tuve la fortuna de que ese match sea nada menos que el histórico triunfo contra Irlanda, en el torneo que se disputó en Gales.
Recuerdo haber gritado como un desaforado, a la par de todos los presentes, ese try inolvidable de Diego Albanese, y de, a la distancia, apretar los dientes junto a todos los Pumas, que a centímetros del ingoal aguantaron los embates finales de los irlandeses, en casi ocho minutos infartantes, para terminar ganando 28 a 24 y pasar, por primera vez en una copa del mundo, a cuartos de final.
Es por eso que dejando en claro mi poca pasión por este deporte y, al mismo tiempo, mi locura desenfrenada durante los Mundiales de rugby, desde mañana (día del debut ante el local, Francia) realizaré columnas de opinión después de cada partido del equipo argentino.
Aprovecho para recomendarles un trabajo que hizo la gente del Taller de Radio de Deportea, en el cual entrevistaron a Pumas emblemáticos, quienes contaron qué se siente representar al país en un Mundial, y qué significa ser Puma. Para escuchar las declaraciones, hagan clic aquí.