Estoy en Carlos Paz, enviado por canchallena.com para cubrir el Rally. Esto escribí para el sitio:
“Rubio, I love you”, grita una rubia, con inevitable e inconfundible acento cordobés, y con no más de 15 años. “Come here, please, one foto!”, se suma otra del grupo.
El muchacho en cuestión forma parte del equipo Monster. Tiene pinta de holandés, y es una mezcla de Oliver Kahn, pero más pintón y con el peinado de Ace Ventura. Cuando las mira, los aullidos femeninos ensordecen a quien tengan al lado. Y al unísono gritan: “Yes!!!, come, come”. Y el tipo inicia su breve trayecto hacia sus cinco minutos de fama.
Los gritos de las preadolescentes atraen la mirada. Exhiben, orgullosas y como botín de guerra, las firmas obtenidas, sean en una pancarta, en una revista, en una bandera, en la ropa o en el cuerpo. Todo vale en la competencia entre ellas, a ver quién cosecha más a lo largo de la jornada. En sus banderas llevan escritos sus perfiles de Facebook y el número de sus celulares.
Ante la pregunta del cronista acerca de quién es el rubio, las chicas responden, sinceras: “Ni idea, pero es lindo”. Luego, se le abalanzan, lo abrazan, lo besan y le sacan 300 fotos en 10 segundos.
En total, son 12 chicas, de no más de 18 años, que van de un sector a otro del parque de servicios del Rally de la Argentina, en donde los autos descansan y son reacondicionados de una jornada a otra.
El lugar es como un gran parque de diversiones, en donde los fanáticos “tuercas” pueden comprarse ropa similar a la de los corredores, transformarse en un corredor de rally virtual en un emulador muy real y ver de cerca los autos de los competidores, incluído el del heptacampeón, el francés Sebastian Loeb.
El clima del rally ya se vive en Carlos Paz, una ciudad acostumbrada “al ruido” en verano, pero sorprendida una vez más por esta competencia. Los autos estacionan adonde sea para sumarse a la fiesta.
Dicen que en este parque de servicios el mismísimo Loeb firmará autógrafos. Y mientras cae la tarde y cada vez se suma más público, las chicas esperan, agazapadas, en busca de otra firma que las haga felices.